lunes, 14 de abril de 2008

(Continuación)

Lunes 140408 - 10:16hrs.

Centros de detención preventiva (CDP)

Los centros de detención preventiva son lugares habilitados para recibir personas en detención preventiva como internos.

Existen en Santiago, entre otros, el Centro de Detención Preventiva de San Miguel donde estuve tres años interna, y el anexo de Santo Domingo, donde completé dos años y medio más.

El CDP de San Miguel es un edificio grande de cemento donde coexisten internos del sexo masculino e internas del sexo femenino en lugares separados. Cuidan el lugar funcionarios de Gendarmería hombres y mujeres.

El espacio vital, separado del resto, donde estábamos las mujeres, estaba constituido por una sala de estar común; un galpón, lugar para hacer ejercicios o actividad artesanal, y un jardín con plantas que daba a un patio interior con un muro, donde se paseaba un guardia armado con metralla.

El patio tenía rejas metálicas de alambre y en el galpón existía una cocina. El comedor estuvo en el verano un tiempo en el galpón, y en el invierno estuvo en la sala que estaba inmediatamente a continuación, en el interior del edificio. Existían baños comunes, duchas con agua caliente y fría, y celdas o habitaciones individuales con literas donde podían vivir una o dos personas. Cuando aumentaba el número de internas se agregaban literas a cada celda o habitación. Esta situacion se produjo cuando fueron detenidas muchas mujeres en manifestaciones de protestas políticas y las cuales permanecían en detención preventiva un par de días. En una de esas ocasiones estuvo detenida allí la Dra. Fanny Pollarolo.

Las puertas eran metálicas con mirillas y el suelo era de baldosas. Las ventanas de las celdas que daban a un techo interior tenían placas metálicas que impedían el paso de la luz. En las noches éramos encerradas con llave y si necesitábamos ir al baño teníamos que golpear la puerta para que la funcionaria nos permitiera salir. Esa rutina fue durante tres años.

Cada mañana nos levantábamos cuando abrían las puertas de las celdas, nos aseábamos, tomábamos desayuno y realizabamos actividades a elección, luego
almorzábamos, descansábamos y luego a dormir, las puertas encerradas nuevamente con candado antes de la medianoche.

Ser funcionaria en San Miguel consistía en estar todo un día y una noche en el interior del recinto. Las funcionarias no llevaban armas en el lugar donde nos encontrábamos, generalmente eran dos o tres personas cuyo trabajo era abrir y cerrar puertas. No hacían mayores comentarios, y yo encontré que eran educadas y amables y que tuvieron un trato correcto en lo que a mi respecta.

No conozo el trabajo de ese servicio hacia el preso común.

En ese recinto existía además atención médica y dental voluntaria.

La alimentación era financiada por las mismas internas y no era mala, aunque en los últimos años disminuyó en cantidad y calidad.

Después de tres años fuimos trasladadas a otro recinto llamado anexo de Santo Domingo ubicado en el centro de Santiago, pensionado en el cual pese a que el espacio físico era menor tenía mejores condiciones de vida y mayor libertad en un encierro forzoso. Hay que considerar que las personas que fuimos trasladadas allí teníamos tres años de prisión forzosa, y en Santo Domingo cumplimos dos años y medio más, antes de obtener nuestra libertad.

Al 1º de Mayo de 1990, y con un Presidente recién elegido, Patricio Aylwin Azócar, aún existían prisioneras políticas internas en ese lugar que provenían de San Miguel.

Cuando fui detenida en el CDP de San Miguel en 1984, estaban allí las siguientes personas:

Irene Illanes
Soledad Sierralta
Cecilia Radrigán
Miriam Ortega
Marta Soto
Susana Capriles
Elizabeth Rendic
Rita Peña
y en el curso de los tres años siguientes se incorporaron:
Rita Valencia
Ledy Castro
Sandra Trafilaf
El 1º de Mayo de 1990, de todas esas personas, estaban aun detenidas:
Cecilia Radrigán, Miriam Ortega y Sandra Trafilaf, las demás todas fueron dejadas en libertad.

Otras personas que fueron detenidas en Santo Domingo entre 1988 y 1989, permanecían aun allí en el mes de Junio de 1990: Susana Bugueño y Cecilia Cid, las cuales llegaron a saludarme un día que visité ese lugar con autorización de la Dirección Nacional de Gendarmería. Ese mismo día se acercó también a saludarme Miriam Ortega.

Los presos políticos en Chile se convirtieron en prisioneros durante una dictadura militar. Los CDP, parte del sistema de Justicia, siguieron existiendo en un gobierno sin Congreso y sin elecciones, durante un largo período de tiempo durante el cual se produjo una resistencia al interior del sistema: transformaciones y cambios desde la misma dictadura.

Mientras permanecíamos en Santo Domingo cambió el sistema y muchas internas fueron dejadas en libertad en ese período.