sábado, 31 de agosto de 2013

Obama decide atacar Siria pero lo someterá a votación del Congreso

He decidido que EE UU debe actuar militarmente en Siria”, afirma el presidente

El mandatario apuntó el viernes la posibilidad de llevar a cabo una acción militar "limitada"

pOR   Washington 31 AGO 2013 - 20:54 CET

Barack Obama ha anunciado este sábado que ha decidido tomar represalias militares contra el régimen de Siria, pero, tratando de hacer más robusta su posición política y de ganar legitimidad para su actuación militar, someterá su decisión a la votación del Congreso –de vacaciones hasta el día 9-, lo que, como mínimo, retrasará varios días el posible ataque, si es que no lo impide por completo, teniendo en cuenta que la oposición republicana tiene el control de una de las cámaras, la Cámara de Representantes.
Obama declaró, en una comparecencia en el Rose Garden de la Casa Blanca al borde de las dos de la tarde (hora local), que, como comandante en jefe, está capacitado para ordenar el ataque en cualquier momento. Pero añadió que, “como presidente de la democracia constitucional más vieja de la tierra, es preciso liderar, no solo con la fuerza, sino también con el ejemplo”, por lo que, aunque no está obligado legalmente a ello, va a implicar a los representantes de los ciudadanos en esta grave decisión.
Se trata de una maniobra enormemente arriesgada, puesto que Obama está lejos de tener asegurado un voto favorable, pero, al mismo tiempo, increíblemente hábil, ya que, sin renunciar a una respuesta firme contra el régimen de Bachar el Asad, le otorga a su decisión una legitimidad, al menos desde el punto de vista nacional, que lo pone a salvo de futuros y previsibles riesgos una vez que la operación militar haya comenzado.
Obama establece, además, un precedente muy relevante: todos los últimos presidentes norteamericanos, de todos los signos políticos, desde Ronald Reagan hasta Bill Clinton, han procedido sin votación en el Congreso a acciones militares de muchas más envergadura que la que se espera en Siria, que Obama repitió que será “limitada” y no incluirá el despliegue de tropas sobre el terreno. “Sé que puedo hacerlo sin la autorización del Congreso, pero seremos más efectivos si buscamos su aprobación", declaró el presidente.
Este paso abre, no obstante, un largo proceso de debate lleno de incertidumbres. Obama dijo que ha comunicado su decisión al presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, a la líder demócrata en esa cámara, Nancy Pelosi, al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y al líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, quienes le comentaron que respaldaban esa medida. Falta ahora que esos líderes convoquen a sesiones de urgencia a sus respectivas cámaras, que actualmente se encuentra en receso.
Si no se produce una convocatoria urgente, el debate en el Congreso no podría celebrarse hasta el próximo 9 de septiembre. Aún convocándose una sesión de emergencia, el debate podría ser largo y accidentado, sobre todo en la Cámara de Representantes, donde los líderes republicanos no tienen pleno control sobre un extenso grupo de congresistas vinculados al Tea Party cuyo radicalismo, aventurerismo y odio visceral a Obama es de sobra conocido.
Si la Casa Blanca no ha acudido antes al voto del Congreso es, precisamente, porque teme meterse en una dificilísima negociación sobre lo que los miembro del Tea Party pueden exigir a cambio de su voto a favor de la intervención en Siria. Conociendo los antecedentes ocurridos, la verdad es que puede esperarse cualquier cosa. Basta citar como ejemplo que EE UU se verá de nuevo a mediados de octubre ante la amenaza de la suspensión de pagos porque la Cámara de Representantes se niega a apoyar el presupuesto sin una serie de condiciones, por ejemplo, sobre la reforma sanitaria.
Es decir, que Obama ha abierto la caja de Pandora y tiene que prepararse para un camino lleno de obstáculos en el Congreso. Su ventaja es que el público norteamericano no suele ver con buenos ojos una actitud obstruccionista de parte de la clase política cuando el presidente y comandante en jefe está en medio de una crisis militar. Pero tiene en contra que la opinión pública no está aún convencida de la necesidad de actuar en Siria. Sólo un 20% de la población comparte actualmente los argumentos del Gobierno.
En su intervención, Obama trató de agrandar ese porcentaje con nuevos argumentos sobre la gravedad de lo ocurrido en Siria, que describió como “el peor ataque químico del siglo XXI”, y la necesidad de darle respuesta. “¿Qué mensajes estaremos mandando si un dictador puede gasear cientos de niños hasta la muerte a la vista de todo el mundo sin pagar un precio?”, preguntó.
El momento del ataque queda ahora pendiente de esos dos factores: la decision del Congreso y el estado de la opinion pública. ¿Cuando? Obama trató de quitarse presión de encima sobre la fecha de la intervención. “Puede ser en un día, en una semana, en un mes”, dijo. Las fuerzas militares están listas y la decisión de la Casa Blanca plenamente tomada.
El resto de los elementos que se han manejado en los últimos días ya apenas cuenta. El informe de los inspectores de Naciones Unidas, que también puede tardar varios días, no es considerado en Washington un asunto relevante. El apoyo de otros países, tampoco mucho.
Obama aseguró que ha recibido en privado el respaldo de varios Gobierno del mundo, a los que animó a que lo hagan público. Pero su actuación no va a depender de eso. “Somos los Estados Unidos de América, No miramos a otra parte respecto a lo que ha sucedido en Damasco", manifestó.

Trabajadores del sector de comida rápida van a la huelga en EE UU


Miles de trabajadores de restaurantes de comida rápida van a la huelga en Estados Unidos. /PATRICK T. FALLON (BLOOMBERG)

Los empleados exigen un sueldo mínimo de 15 dólares la hora a las puertas de 1.000 establecimientos en más de 50 ciudades

Por  Washington 30 AGO 2013 - 18:33 CET
Los trabajadores de miles de restaurantes de comida rápida de Estados Unidos protagonizaron ayer jueves una de las mayores huelgas que se han realizado en el país en este sector. 
Centenares de empleados se manifestaron a las puertas de más de mil establecimientos en más de 50 ciudades, desde San Diego a Nueva York, para reclamar una subida del salario mínimo y tener derecho a representación sindical.
Las peculiaridades de la protesta fueron varias: no se trataba solo de una compañía; ni pertenecían a un sindicato concreto, ya que estaban apoyados por varios grupos laborales, y pretendían que el cambio se produjera a nivel nacional. "Las protestas son una muestra de la necesidad de subir el salario mínimo por hora. Para todos aquellos que están trabajando en este sector, las diferencias salariales son cada vez mayores", explicó Thomas Pérez, Secretario de Trabajo de EE UU, a la agencia AP.
Muchos de los trabajadores de estos restaurantes cobran 7,25 dólares la hora -salario mínimo estipulado por el Gobierno Federal-, lo que supone un sueldo anual de 15.000 dólares al año, y piden duplicarlo hasta los 15 dólares. 
Más del 25% de los estadounidenses que cobran menos de 15 dólares la hora cuentan con una o varias ayudas federales como, por ejemplo, los cupones de comida o Medicaid -seguro de salud gratuito para los mayores de 65 años, discapacitados y personas en niveles de pobreza-, según el Departamento de Política Presupuestaria de EE UU.
La huelga, que se ha llevado a cabo días antes de la celebración del Día de Trabajo en EE UU, es el último capítulo de una serie de actuaciones que se llevan desarrollando en el país desde el pasado mes de noviembre. La primera fue en Nueva York.

Las cadenas de comida rápida afectadas son, entre otras, McDonalds, Burger King, Wendy's y KFC(Kentucky Fried Chicken). Restaurantes en Milwaukee, Detroit y San Luis tuvieron que cerrar por los altercados. Las manifestaciones de ayer fueron las cuartas que ocurren en la nación desde entonces. Las protestas están respaldadas por diversos grupos comunitarios, Iglesias y organizaciones en todo el país, incluido el Sindicato Internacional de Empleados de Servicio (SEIU).
La industria de comida rápida en EEUU es un sector valorado en 200.000 millones de dólares. “Tan sólo un 5% de los trabajadores están en estas condiciones. Nuestro sector da trabajo a 13 millones de estadounidenses. Somos el segundo sector que genera más empleo en el país y nuestra industria es una industria de oportunidades”, dijo la National Restaurant Association en un comunicado. “Nuestro objetivo es ofrecer un sueldo competitivo. Ofrecemos entrenamiento y desarrollo profesional para todos aquellos que quieran beneficiarse de estas oportunidades”, explicaron fuentes de McDonalds en un comunicado -este restaurante cuenta con más de 34.000 establecimientos en todo el mundo-.
Los dueños de las empresas han alegado que el aumento a 15 dólares la hora, lo que supondría un sueldo anual de más de 30.000 dólares, “provocaría una subida de precios, bajar el número de ofertas y despedir a trabajadores”, según informa AP. En un comunicado, la National Retail Federation puntualizó ayer jueves que “las huelgas de hoy muestran cómo el movimiento obrero ha abdicado en su papel de mantener una discusión racional y honesta sobre la fuerza laboral estadounidense”. Los huelguistas, por el contrario, obtuvieron el apoyo por parte de los clientes, según la misma agencia.
Los restaurantes de comida rápida se caracterizan por ser un sector con gran movilidad, que cambia sus empleados una vez al año, o más. A pesar de esta situación histórica, en los últimos años, este patrón de movimiento ha disminuido, en gran parte por la situación de crisis que vive EE UU desde el año 2007. Un estudio realizado por el Departamento de Estadísticas Laborales concluye que "mientras que en 2001 este tipo de establecimientos cambiaban el 84% de sus empleados; en 2012, lo hacían en un 61%", estos datos también incluyen a otro tipo de restaurantes, pero "sin duda deja patente el declive".
Los expertos señalan al desempleo como el primer factor de esta situación de bajada. La crisis ha provocado que la mayoría de los trabajadores sean mayores de 20 años y que este empleo sea su único sustento y no algo temporal hasta encontrar algo mejor, cómo sucedía hace unos años, explica el mismo informe. De acuerdo con un reciente informe de la cadena NBC News, los adolescentes constituyen ahora el 16% de los trabajadores de la industria de la comida rápida, frente al 25% de hace una década.