Obama y Romney en la Casa Blanca.| White House
Eduardo Suárez (corresponsal) | Nueva York
Actualizado jueves 29/11/2012 15:48 horas
Barack Obama y Mitt Romney almorzaron juntos este jueves en la Casa Blanca. Fue un encuentro sin testigos entre dos líderes que hasta ahora sólo habían coincidido delante de las cámaras y entre quienes nunca se percibió química durante la campaña electoral.
Romney llegó al encuentro en un furgón negro y entró solo en el ala oeste de la Casa Blanca. Obama lo recibió sin más comensales en el comedor privado de su residencia oficial. A tan sólo unos metros del despacho oval donde el líder republicano habría desarrollado su labor si hubiera vencido en las elecciones de noviembre.
El almuerzo duró una hora y media y el menú incluyó chili de Pavo y ensalada de pollo. La Casa Blanca explicó luego en un breve comunicado que Romney había felicitado al presidente por el éxito de su campaña y le había deseado suerte para los próximos cuatro años. El entorno de Obama también dijo que la conversación giró en torno al "liderazgo de EEUU en el mundo y la importancia de mantener esa posición en el futuro". Ambos líderes prometieron seguir en contacto "sobre todo si surgen oportunidades para trabajar juntos en intereses compartidos durante el futuro".
El perdedor, que aprovechó su estancia en Washington para mantener un breve encuentro con el congresista Paul Ryan, llegaba al almuerzo todavía tocado por el impacto de la derrota, que le llevó a acusar a su anfitrión de haber ganado las elecciones sobornando con "regalos" a los jóvenes, a los hispanos y a los afroamericanos. Las palabras de Romney no sentaron muy bien entre los republicanos, que respaldaron al candidato durante la campaña y lo presentan ahora como el responsable último de la derrota electoral
Obama y Romney nunca han mantenido una relación personal. Por eso muchos se sorprendieron cuando el presidente avanzó que llamaría al derrotado para compartir ideas después de los comicios. Al principio nadie le creyó. Pero Obama precisó luego sus intenciones en una rueda de prensa posterior: "Hay ciertos aspectos de las ideas y del historial del gobernador Romney que creo que podrían ayudarnos. Creo que lo hizo genial gestionando los Juegos Olímpicos de Salt Lake City y ese don de hacer que algo funcione mejor es importante para el Gobierno federal".
La Casa Blanca aclararía después que el presidente quería conocer las impresiones de Romney sobre cómo reformar la estructura gubernamental. El entorno de Obama apuntó que el presidente estaba sopesando la posibilidad de reagrupar varios departamentos y pensó que la opinión de su rival le podría dar algunas ideas para hacerlo.
El problema del 'abismo fiscal'
Pocos aquí piensan que el presidente le vaya a ofrecer a Romney un cargo en su administración. Los analistas perciben más bien el almuerzo como un gesto conciliador después de una de las campañas más sucias de todos los tiempos y como una herramienta de negociación.
Al presidente le aguardan unas semanas en las que debe llegar a un acuerdo con los republicanos sobre cómo evitar el llamado 'abismo fiscal': una suma de subidas de impuestos y recortes del gasto que entrará en vigor a partir de enero del año que viene y que podría devolver al país a la recesión.
Obama aboga por dejar que expiren las rebajas de impuestos para los más ricos y prorrogarlas para la clase media. Un extremo al que Romney se opuso durante la campaña electoral. Los congresistas republicanos también se oponen. Pero su líder John Boehner ha dado algunos síntomas de que podrían acceder a una solución intermedia si los demócratas acuerdan reducir el gasto en pensiones y Sanidad.
Otras comidas presidenciales
No todos los presidentes han invitado a comer a sus rivales en la carrera por la Casa Blanca. Algunos ni siquiera se volvieron a ver después de la campaña electoral. Jimmy Carter y Gerald Ford forjaron una amistad formidable después de los comicios de 1976. El republicano Ronald Reagan y el demócrata Walter Mondale, en cambio, nunca almorzaron juntos después de noviembre de 1984.
El demócrata George McGovern nunca enterró del todo el resentimiento contra el presidente que había trampeado para batirle: Richard Nixon. El demócrata Michael Dukakis sí accedió a almorzar con George H. W. Bush en 1988 en su residencia de la capital.
Bill Clinton le otorgó a su adversario Bob Dole en enero de 1997 la Medalla de la Libertad. George W. Bush y Al Gore apenas compartieron 20 minutos en el encuentro gélido que les unió después de la batalla judicial que dirimió las elecciones del año 2000. Obama no invitó a comer al senador McCain después de su triunfo de 2008, pero sí mantuvo un breve encuentro que concluyó con un comunicado conjunto.
(Fuente: http://www.elmundo.es/america/2012/11/29/estados_unidos/1354217985.html y selección de Patric)