Romney enfurece a los palestinos durante su visita a Israel
El candidato republicano se refiere a Jerusalén como capital del Estado judío y ensalza sus logros económicos comparándolos con los de los territorios controlados por la ANP
ANA CARBAJOSA / DAVID ALANDETE Jerusalén / Washington 30 JUL 2012 - 18:39 CET
Cualquier político que aterrice en Israel corre el riesgo de herir con sus palabras las sensibilidades locales. En las décadas que dura el conflicto israelo-palestino, ha generado un vocabulario propio y cargado de intención política, que ha convertido a Oriente Próximo en un campo de minas verbales, difíciles de sortear para los políticos menos avezados. Lo de Mitt Romney, el candidato republicano a la Casa Blanca ha excedido sin embargo casi cualquier límite de incorreción política conocido en la zona.
Las declaraciones con las que Romney ha tratado de seducir a los israelíes y sobre todo, al votante judío estadounidense, han enfurecido a los líderes palestinos que le han llamado “racista” e ignorante.
Primero fue el discurso del domingo, en el que habló de Jerusalén como “capital de Israel”. Convertir la ciudad santa en su capital es precisamente una de las aspiraciones israelíes; una decisión que no cuenta con el consenso de la comunidad internacional y mucho menos de los palestinos, que aspiran a convertir Jerusalén oriental en la capital de su futuro Estado. El consenso internacional pasa por no reconocer la anexión israelí de Jerusalén Este en 1967 y por vincular el estatus de Jerusalén al resultado de unas negociaciones de paz, que deberían culminar en la creación de dos Estados y decidir sobre el futuro de la ciudad. Romney no quiso entrar en matices.
En una entrevista previa con la cadena de televisión CNN, el candidato conservador había dicho: “Entiendo que la política de nuestra nación es que existe un deseo de trasladar nuestra embajada a la capital [en referencia a Jerusalén]”, dijo. “Yo quisiera hacerlo, estableciendo los calendarios de acuerdo con el Gobierno de Israel”.
La comunidad internacional, incluido EE UU, mantiene sus embajadas en Tel Aviv. La Administración del presidente Barack Obama, como hicieron sus antecesores, no reconoce formalmente a Jerusalén como la capital del estado israelí, porque del mismo modo la consideran los palestinos. En su discurso, pronunciado ante líderes políticos y empresariales israelíes (entre los que se hallaba el magnate Sheldon Adelson), Romney recibió una gran ovación cuando realizó esa afirmación. El candidato se había reunido previamente con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al que conoce desde hace casi cuatro décadas, y había visitado el Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado del judaísmo.
Romney también quiso aprovechar su visita a Israel para lanzar una advertencia a Irán. “No debemos engañarnos pensando que la contención es una opción. Debemos liderar el esfuerzo para prevenir que Irán construya y posea armas nucleares. Hay que emplear todas las medidas posibles para poner fin a la deriva nuclear del régimen iraní”, dijo Romney el domingo. “En última instancia, por supuesto, ninguna opción debe ser excluida. Reconocemos el derecho de Israel a defenderse, y que es correcto que EE UU le apoye”. Además, dijo sobre los ayatolás: “Están poniendo a prueba nuestras defensas morales. Quieren saber quién se opondrá a ellos y quien hará la vista gorda”.
No contento con haber tocado uno de los nervios más sensibles de la política de la zona, el lunes, durante un encuentro con donantes judíos, destacó los progresos económicos israelíes y los comparó a la deficiente economía palestina. “Cuando vienes aquí y ves por ejemplo que el PIB per cápita en Israel es de 21.000 dólares, comparado con las áreas que gestiona la Autoridad palestina, donde se aproxima más a los 10.000 dólares; uno nota el diferente grado de vitalidad económica”.
Al margen de que las cifras que utilizó sean incorrectas y de que la diferencia sea aún mayor, Romney no dedicó ni una palabra a explicar cuáles son las causas del empobrecimiento palestino. En particular, evitó hablar de la restricción de movimientos que impone la ocupación israelí y que el que el Banco Mundial considera en sus informes el gran obstáculo para el desarrollo palestino. Romney atribuyó el progreso económico israelí al peso de la cultura, de la historia judía y a la obra de la “providencia divina”.
“Es una declaración racista y este hombre no se da cuenta de que la economía palestina no puede alcanzar su potencial porque hay una ocupación israelí”, dijo el negociador palestino Saeb Erekat. “Me parece que a este hombre le falta información, conocimiento y comprensión de esta región y su gente”, añadió Erekat, quién le acusó además de aludir a una falsa “superioridad cultural” israelí, según declaró a la agencia Associated Press.
Durante el evento, Romney consiguió recaudar un millón de dólares para su campaña electoral, con la que aspira a convencer a los estadounidenses de que es el hombre adecuado para presidir su país.Sheldon Adelson, destacado donante republicano y magnate del juego, fue uno de los asistentes al encuentro del lunes.
(Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2012/07/30/actualidad/1343666378_016990.html y selección de Patric)