domingo, 23 de marzo de 2008

TITULO III

Domingo 230308 - 11:42 hrs.

Mis primeros recuerdos de la infancia se remontan al puerto de San Antonio,
y a la casa de mi abuela, un hotel frente a la plaza.

El puerto de San Antonio marcó mi infancia con el olor salobre del mar, a
veces intensamente azul, a veces profundamente verde, con olas blancas de
espuma que reventaban en las rocas de las orillas.

Ya desde lo alto de la costa que empezaba a descender, para penetrar en las
quebradas que conducían al plano del puerto, donde estaba la calle principal
llamada Centenario, podíamos avistar el espacio martítimo y el espacio aéreo.
A ambos lados de esa calle estaba el comercio de la zona: la librería del señor Parra;
el cine que ahora no existe, y donde podíamos ver películas mudas en blanco y
negro de Flash Gordon o Tarzán; las tiendas y paqueterías donde la mayoría de
los dueños eran residentes árabes o turcos; una ferretería; un salón de té llamado Lucerna; la fuente de soda llamada Millaray, y al frente el nuevo edificio del
Banco del Estado.

Hacia la derecha estaba la Cruz Roja, y allí empezaba la calle Pedro Montt, y
todas las callejas que ascendían el cerro, cerro repleto de multicolores casas
de madera donde vivían los trabajadores del puerto. Mucho más arriba, estaba
el cerro de la virgen y el cementerio, lleno de cruces blancas, nichos y tumbas
en la tierra. En verano, los cipreses daban grata sombra a los visitantes.

En esos años nacen mis hermanos, René Luis y Lina María. Ambos en el
hospital de San Antonio.

Eran años en que se iniciaban las conversaciones para proponer la constitución
de una organización de Naciones Unidas cuyos objetivos serían: "Mantener
la paz y la seguridad inernacionales en el desenvolvimiento de relaciones amistosas
entre las naciones, la puesta en práctica de la cooperación internacional para la
solución de los problemas económico-sociales y otros, y el sostenimiento de un
organismo central destinado a la consecución de todos aquellos fines comunes".

El período pre escolar está profundamente vinculado a la familia. Mi más antiguo
recuerdo es el de una pequeña niña corriendo desde la casa de la abuela, el hotel,
hasta la esquina donde una anciana señora tenía un carrito con frutas, y siempre
solía regalarme una. Yo cogía lo que al parecer era una manzana y regresaba corriendo a la casa.

Mi abuelo paterno murió antes que yo naciera.

Mi abuelo materno murió después de la segunda guerra mundial. Mis recuerdos al
respecto son lejanos. No entendía lo que era la muerte de las personas.

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