Para el premio nobel de economía, este año será decisivo para la economía estadounidense, debido a los recortes y la política monetaria proteccionista que propone el recién posesionado presidente.
Por: Joseph E. Stiglitz
El 20 de enero de 2017, Donald Trump tomó posesión como el 45º presidente de Estados Unidos. No me gustaría decir “te lo dije”, sin embargo, su elección no debió causar sorpresa. Como expliqué en mi libro del 2002, Los malestares de la globalización, las políticas que hemos utilizado para manejar la globalización han sembrado las semillas del descontento generalizado. Irónicamente, un candidato del mismo partido que ha impulsado con más fuerza la integración financiera y comercial a nivel internacional ganó las elecciones prometiendo retroceder y anular ambas formas de integración.
Por supuesto, no hay vuelta atrás. China e India están ahora integradas en la economía mundial y la innovación tecnológica está reduciendo el número de empleos de manufactura en todo el mundo. Trump no puede recrear los trabajos de manufactura bien pagados de las décadas pasadas; sólo puede impulsar la manufactura avanzada, que requiere conjuntos de habilidades más sofisticados y da empleos a menos personas.
Entre tanto, la creciente desigualdad continuará contribuyendo a la desesperación generalizada, especialmente entre los votantes blancos en la parte central de Estados Unidos, quienes le sirvieron en bandeja a Trump su victoria electoral. Como los economistas Anne Case y Angus Deaton indicaron en su estudio de diciembre de 2015, la esperanza de vida entre los estadounidenses blancos de mediana edad está disminuyendo, mientras que paralelamente aumentan las tasas de suicidios, consumo de drogas y alcoholismo. Un año más tarde, el Centro Nacional para Estadísticas de Salud de EE. UU. informó que la esperanza de vida del país en su conjunto ha disminuido por primera vez en más de 20 años.
En los tres primeros años de la llamada recuperación tras la crisis financiera del 2008, el 91 % de las ganancias fue a manos de quienes están en el 1 % superior en la distribución de las personas que generan ingresos. Mientras se rescataba a los bancos de Wall Street echando mano de millones de dólares de dinero de los contribuyentes, los propietarios de viviendas recibieron solamente una mísera ayuda. El presidente estadounidense, Barack Obama, salvó no sólo a los bancos, sino también a los banqueros, accionistas y tenedores de bonos. Su equipo de política económica conformado por miembros de Wall Street rompió las reglas del capitalismo para salvar a la élite, confirmando la sospecha de millones de estadounidenses de que el sistema está, como se diría en palabras de Trump, “amañado”.
Obama trajo consigo “un cambio en el que usted puede creer” en ciertos temas, como en la política climática, pero en lo que concierne a la economía reforzó el statu quo, el experimento de 30 años con el neoliberalismo, que prometió que los beneficios de la globalización y de la liberalización “se derramarían gota a gota” para beneficio de todos. En lugar de ello, los beneficios ascendieron para favorecer a quienes están en la parte superior de la distribución de ingresos, esto ocurrió en parte debido a un sistema político que en la actualidad parece basarse en el principio de “un dólar, un voto”, en lugar de “una persona, un voto”.
La creciente desigualdad, un sistema político injusto y un gobierno cuyo discurso indicaba que estaba trabajando a favor del pueblo, mientras tomaba acciones a favor de las élites, crearon las condiciones ideales para que un candidato como Trump aprovechara dicha situación. Si bien Trump es millonario, se puede ver con claridad que no es miembro de la élite tradicional, lo que le brindó credibilidad a su promesa de cambio “verdadero”. Y, a pesar de ello, las cosas permanecerán iguales bajo el mandato de Trump, quien se aferrará a la ortodoxia republicana en materia de impuestos. Además, al designar a miembros de grupos de cabildeo y de sectores industriales como autoridades en su administración gubernamental, Trump ya ha roto su promesa de “drenar el pantano” en Washington.
El resto de su agenda económica dependerá en gran medida de si el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, es un verdadero conservador fiscal. Trump ha propuesto que los grandes recortes de impuestos para los ricos se combinen con programas masivos de gasto en infraestructura, lo que impulsaría el PIB y mejoraría un poco la posición fiscal del Gobierno, pero no tanto como lo esperan los defensores de la economía de la oferta. Si Ryan no está tan preocupado por el déficit como dice que lo está, dará fácilmente su sello de aprobación a la agenda de Trump y, en consecuencia, la economía recibirá el estímulo fiscal keynesiano que le está haciendo falta desde hace tiempo.
Otra incertidumbre se relaciona con la política monetaria. Trump ya se ha pronunciado en contra de las tasas de interés bajas, y en la actualidad hay dos puestos vacantes en la junta de gobernadores de la Reserva Federal de Estados Unidos. Añada a eso el gran número de funcionarios de la Fed que están ansiosos por normalizar las tasas y se puede apostar con certeza a que realmente se van a normalizar, quizás llevándolas hasta niveles que irán más allá de solamente contrarrestar el estímulo keynesiano de Trump.
Las políticas de Trump a favor del crecimiento también terminarán siendo socavadas si él exacerba la desigualdad a través de sus propuestas fiscales, así como si comienza una guerra comercial o abandona los compromisos de Estados Unidos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (especialmente si otros países adoptan represalias mediante la imposición de un impuesto transfronterizo). Ahora que los republicanos controlan la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso, tendrán una relativa libertad para debilitar el poder de negociación laboral de los trabajadores, para desregular Wall Street y otras industrias, y para hacerse de la vista gorda frente a las leyes antimonopolio que ya están instituidas, y, consiguientemente, todo ello va a generar más desigualdad.
Si Trump sigue adelante con su amenaza de campaña sobre la imposición de aranceles a las importaciones chinas, la economía de Estados Unidos probablemente sufrirá más daño que la china. Bajo el actual marco de la Organización Mundial del Comercio, por cada arancel “ilegal” que EE. UU. imponga, China puede tomar represalias en cualquier lugar que elija. Por ejemplo, puede elegir imponer restricciones comerciales dirigidas a empleos en los distritos del Congreso de aquellos congresistas que apoyan los aranceles estadounidenses.
Sin duda, las medidas contra China permitidas dentro del marco de la OMC, como los aranceles antidumping, pueden estar justificadas en algunas áreas. Pero Trump no ha enunciado los principios rectores de la política comercial; además, EE. UU., un país que subsidia directamente a sus industrias automotriz y aeronáutica, y también subsidia indirectamente a sus bancos a través de tasas de interés muy bajas, estaría lanzando piedras en una casa de vidrio. Y, una vez comience este juego de ojo por ojo, muy probablemente podría terminar en la destrucción del orden internacional abierto que se ha formado a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Del mismo modo, el Estado de derecho a nivel internacional, que se aplica principalmente a través de sanciones económicas, podría fracasar con Trump. ¿Cómo responderá el nuevo presidente si las tropas alineadas por Rusia intensifican el conflicto en Ucrania oriental? El verdadero poder de EE. UU. siempre se ha derivado de su posicionamiento como una democracia inclusiva. Sin embargo, muchas personas alrededor del mundo en la actualidad han perdido la confianza en los procesos democráticos. De hecho, en toda África he escuchado comentarios: “Trump hace que nuestros dictadores se vean bien”. A medida que el poder blando estadounidense continúa erosionándose en el transcurso del 2017 y de manera posterior, el futuro del orden internacional se tornará más incierto.
Mientras tanto, el Partido Demócrata seguramente hará un análisis post mortem de las elecciones. Hillary Clinton perdió, fehacientemente, debido a que no pudo ofrecer a los electores una visión convincente que fuera marcadamente distinta a aquella de la agenda neoliberal que adoptó Bill Clinton en la década de 1990. Al haber seguido una estrategia política de “triangulación” —la adopción de versiones de las políticas de sus adversarios— por más de una generación, el partido que se encuentra en el lado de la izquierda ya no puede presentarse como una alternativa creíble frente al partido que se encuentra en el lado de la derecha.
Los demócratas tendrán un futuro sólo si rechazan el neoliberalismo y adoptan las políticas progresistas propuestas por algunos de sus líderes, por ejemplo Elizabeth Warren, Bernie Sanders y Sherrod Brown. Esto los pondrá en una posición fuerte frente a los republicanos, quienes tendrán que encontrar la manera de gestionar una coalición entre cristianos evangélicos, ejecutivos de corporaciones, nativistas, populistas y aislacionistas.
Con la llegada de Trump, y debido a que los dos partidos principales ahora están en proceso de redefinición, el 2017 puede muy probablemente llegar a ser recordado como un punto de inflexión en la historia de Estados Unidos y en la historia del mundo.
Traducción del inglés por Rocío L. Barrientos.Joseph E. Stiglitz, premio nobel de economía, es profesor universitario de la Universidad de Columbia y economista en jefe de la Institución Roosevelt. Su libro más reciente es The Euro: How a Common Currency Threatens the Future of Europe.
Copyright: Project Syndicate, 2016.www.project-syndicate.org
(Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/era-de-trump-articulo-675858 y selección de Mon Money)
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¿Qué es el proteccionismo?
“El proteccionismo es el desarrollo de una política económica para proteger los propios productos del país, imponiendo limitaciones a la entrada de productos extranjeros, similares o iguales mediante la imposición de aranceles e impuestos a la importación, encareciendo así dicho producto de modo que no sea rentable.
La política que rige la expansión proteccionista ha conocido distintos periodos de auge y decadencia a lo largo de la historia. De forma general, en situaciones de economía de guerra o de autarquía, el proteccionismo se aplica de manera tajante. En situaciones de crisis económica, ciertos niveles de protección a los propios productos evita una caída fulminante de precios y el consiguiente descalabro de algún sector de la economía nacional.”. (Fuente Wikipedia)
Se ha atribuido a Abraham Lincoln la siguiente afirmación: «Yo no sé gran cosa de aranceles. Lo que sí sé es que cuando compro una chaqueta de Inglaterra, yo me quedo con la chaqueta e Inglaterra con el dinero, mientras que si la compro en Estados Unidos, yo me quedo con la chaqueta y Estados Unidos con el dinero.»
Este razonamiento es un argumento antiguo que utilizaron los escritores mercantilistas de los siglos XVII y XVIII. Estos autores consideraban afortunado aquel país que vendía más bienes de los que compraba, ya que una balanza comercial de carácter favorable significaba que entraba oro en el país para pagar su exceso de exportaciones. Los argumentos de los mercantilistas confunden los medios con los fines. Una acumulación de oro o de dinero no tiene por qué mejorar el nivel de vida de un país, puesto que el dinero no posee valor en sí mismo, sino por lo que puede comprarse con él en otros países, la mayoría de los economistas, en la actualidad, rechazan la idea de que la recaudación de aranceles para tener un superávit comercial mejora el bienestar económico de un país. (Fuente Wikipedia)
“La economía nació combatiendo el proteccionismo, ya el libro del economista Adam Smith, “La riqueza de las naciones”, contiene un alegato a favor del libre comercio. Durante el siglo XIX, se produjo un gran debate entre librecambio y proteccionismo, en el que en principio ganaron los librecambistas, lo que se tradujo en una era de crecimiento de la producción generalizado, pero en la primera mitad del siglo XX, las revoluciones, las guerras y la Gran Depresión provocaron una vuelta a un proteccionismo de carácter radical, que se impuso a través del incremento de los aranceles existentes, establecimiento de cuotas y prohibiciones a la importación, controles de cambios en la moneda y a la entrada de capitales. El resultado fue bastante negativo y estas medidas de carácter proteccionista no hicieron sino agravar el estado de la economía. (información imprecisa y sesgada por las opiniones del autor) En aquel momento, fue Estados Unidos quien dio el primer paso hacia esta situación, con el establecimiento en 1930, del denominado arancel Smoot-Hawley, que supuso el incremento de las tarifas arancelarias de más de 20.000 tipos de productos, lo que fue seguido por toda clase de medidas proteccionistas en el resto del mundo, provocando una reducción del comercio internacional del 66%, que conllevó un gran incremento del desempleo. (Fuente Wikipedia)
“Tras la Segunda Guerra Mundial las posturas favorables al librecambio se impusieron y el crecimiento fue sin precedentes. (…) Uno de los economistas más influyentes que escribe sobre proteccionismo y libre comercio es Ha Joon Chang, economista coreano de la Universidad de Cambridge quien a través de un análisis histórico demuestra o cuando menos intenta reavivar el debate científico sobre las implicaciones que tuvo el proteccionismo para el despegue de las principales economías mundiales como Inglaterra y Estados Unidos. (Fuente Wikipedia)
En la actualidad, se están recordando aquellas ideas de John Maynard Keynes cuando hablaba de su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. No todo lo que se produce crea su propio mercado, como algunos autores afirman, debido a que la gente tiene una alta propensión a ahorrar que aumenta más que proporcionalmente con el incremento de sus ingresos; ahora bien, mientras aumenta el consumo en cifras absolutas se generan inversiones que provocan nuevos aumentos de los ingresos y por tanto un aumento todavía más alto del ahorro, generándose así una sobreproducción creciente hasta que ya no es económico producir más; cesan las inversiones, cierran las industrias y se generaliza el desempleo dándose el caso incoherente de que existe una gran capacidad productiva instalada pero las fábricas están cerradas y los almacenes están repletos de mercancías que todo el mundo necesita pero que nadie tiene recursos para comprar. (Fuente: Wikipedia)
En la actualidad el proteccionismo está claramente presente en la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea y de Estados Unidos, frente al resto de las economías del Tercer Mundo o emergentes para evitar que, con mano de obra y costes más baratos, la agricultura de aquellos se vea en claro retroceso, y es uno de los debates abiertos en la Organización Mundial del Comercio (OMC), toda vez que tal nivel de protección impide el desarrollo de las economías más pobres.
El papel de la OMC es fundamental, ya que es la encargada de velar que el comercio mundial se desarrolle de manera legal; dentro de sus principales funciones se encuentra determinar cómo los gobiernos establecen, aplican y configuran las leyes y reglamentos comerciales de su nación. La OMC es la encargada de velar por la competencia libre, leal y sin distorsiones, donde no se discrimine, logrando así condiciones equitativas entre las naciones. (Fuente Wikipedia)
Sustentos de proteccionismo
Protección de la industria nacional y frente al dumping
Seguridad nacional y especialización de la producción
Equilibrio de la balanza de pagos
(Fuente Wikipedia)
Véase también:
librecambismo
Intervencionismo
Argumento de la industria naciente
aduana
Arancel
Salvaguardia económica
Autarquía
Neo-proteccionismo (Inglés) (Fuente Wikipedia)
¿Qué es el librecambismo o libre cambio?
Librecambismo o libre cambio es la doctrina económica, opuesta al proteccionismo, que propugna la no intervención estatal en el comercio internacional, permitiendo que los flujos de mercancías se gobiernen por las ventajas de cada país y la competitividad de las empresas, y suponiendo que con ello se producirá una adecuada distribución de los bienes y servicios, así como una asignación óptima de los recursos económicos a escala planetaria. Es la extensión más allá de los mercados nacionales de los principios del libre mercado o liberalismo económico (laissez faire). Véanse también: Libertad de comercio, Liga Anti-Corn Law, Ronda de Doha y Globalización. (Fuente Wikipedia)
El librecambismo es considerado como el primer capitalismo y plantea la libertad absoluta de negocio y comercio frente a las rigideces de la economía del Antiguo Régimen.
La teoría del librecambismo no ha sido implementada nunca antes. Las distintas políticas económicas de los distintos Estados han mantenido siempre un componente de proteccionismo, más o menos intenso. Las áreas económicas más fuertemente ajenas al librecambismo han sido tradicionalmente las agrícolas. Junto a ellas, las industrias nacionales básicas y las estratégicas han recibido un singular apoyo. El librecambismo ha desplegado mayor efecto en los intercambios de mercancías no esenciales.
Las restricciones al librecambismo se han efectuado tradicionalmente de diversas formas: mediante la imposición de aranceles a las importaciones, proteccionismo a determinadas industrias y a la agricultura mediante la concesión de ayudas o subvenciones directas o indirectas, fijación de precios, regulación del mercado laboral o preferencia en la adquisición por parte del Estado de los productos locales.
Aparte de su vertiente convencional, existen partidarios y teorías librecambistas alternas que son contrarias a la “privatización” y al mismo capitalismo. (Fuente Wikipedia)
¿ Libre comercio o proteccionismo? http://web.archive.org/web/20130508122440/http://www.isil.org/resources/lit/libre-comercio.html
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