Ex presidente de EEUU califica al ex mandatario chileno como "distinguido, culto y un líder efectivo".
por Juan Manuel Vial, Washington
Fue
Tony Blair, el entonces primer ministro británico, quien le pidió a
George W. Bush que intentara un último esfuerzo con el fin de conseguir los votos en el Consejo de Seguridad de la ONU que necesitaban para apoyar la invasión a Irak que, a principios de 2003, propiciaban Londres y Washington. Según relata en sus memorias, tituladas
Decision Points, Bush llamó entonces por teléfono a los presidentes de México y Chile,
Vicente Fox y Ricardo Lagos, respectivamente. Y aunque ambos rechazaron su proposición, lo hicieron de manera muy diferente: Fox prometió que llamaría de vuelta, cosa que, según Bush, nunca hizo, mientras que Lagos fue directo en su negativa.
A la fecha, los dos países latinoamericanos formaban parte del Consejo de Seguridad de la ONU. El primero en recibir el telefonazo de Bush a mediados de marzo de 2003 fue Fox: "Cuando le dije a Vicente que lo llamaba en relación a la resolución de la ONU, él me preguntó a cuál me refería. Le dije que, si me permitía un consejo, él no debía ser visto apoyando a los franceses. Respondió que lo iba a pensar y que me llamaría de vuelta. Pasó una hora. Entonces Condi (Condoleezza Rice, su entonces asesora de seguridad nacional) oyó algo de la embajada. Vicente se había internado en el hospital para someterse a una cirugía de espalda. Nunca más volví a oír alguna palabra suya en relación a este asunto".
"En mi conversación con el Presidente Lagos, de Chile, no me fue mucho mejor", anota Bush en el párrafo siguiente. "El era un hombre distinguido, culto y un líder efectivo. Habíamos negociado un tratado de libre comercio que yo esperaba que el Congreso aprobara pronto. Pero la opinión pública en Chile estaba en contra de una potencial guerra, y Ricardo se resistía a apoyar la resolución. Sugirió darle a Saddam dos o tres semanas adicionales. Le dije que unas pocas semanas más no harían ninguna diferencia. Es triste que hayamos llegado a esto, le dije. Le pregunté por última vez cómo pensaba votar. El dijo: 'No'".
Fin del silencio
Puestas a la venta ayer en Estados Unidos, las memorias del ex presidente Bush marcan el fin de un silencio autoimpuesto hace casi dos años, cuando abandonó la Casa Blanca con un triste récord de impopularidad y un legado dudoso: dos guerras largas que, a la postre, resultaron ser una piedra en el zapato y un desorbitante incremento en el gasto militar, más una severísima crisis económica.
Según dicen, Bush se recluyó en su rancho de Texas al día siguiente de entregarle el cargo a
Barack Obama, y desde allí comenzó a borronear los primeros aprontes de lo que llegaría a ser este libro. Ayudado en la redacción final por el mismo hombre que le escribía los discursos mientras fue presidente, Bush estructuró sus memorias en 14 capítulos, referidos a igual número de decisiones importantes que ha debido enfrentar en su vida.
Falsa alarma en la Casa Blanca
En el texto, Bush recuerda además un susto que pasó junto a su esposa Laura al final de la jornada del 11/9 de 2001.
"Justo cuando empezaba a dormitar, vi una silueta en el marco de la puerta. Estaba jadeando y gritó: '¡Señor presidente, señor presidente, la Casa Blanca está bajo ataque. Vámonos ya!'. Le dije a Laura que debíamos movernos rápido (...). La agarré de su bata y la guié con un brazo (...). Yo andaba descalzo y vestía shorts de trotar y una polera". Agrega que "el Servicio Secreto nos sacó y nos condujo al refugio subterráneo. Sentí el golpe de una puerta pesada y el sonido de un cerrojo presurizado (...). Los agentes nos apuraron por otra puerta. Después de pocos minutos, un hombre uniformado entrá al cuarto de reuniones. 'Señor predidente', dijo de forma casual, 'era uno de los nuestros'. Un avión F-16 había volado sobre el (río) Potomac siguiendo una ruta equivocada. Un día que había comenzado con un trote por una cancha de golf había terminado con una carrera al búnker para escapar de un posible ataque a la Casa Blanca", rememora.
Torturas a sospechosos de terrorismo
"Tres personas fueron sometidas a ahogamientos simulados y creo que esa decisión salvó vidas", escribe Bush en un pasaje dedicado a las torturas contra sospechosos de terrorismo.El ex mandatario afirma que la técnica fue utilizada por primera vez contra Abu Zubaydah, miembro de Al Qaeda arrestado en Pakistán en 2002.
"Eché un vistazo a la lista de técnicas. Había dos que me parecieron demasiado, pese a que eran legales. Le ordené a la CIA que no las utilizara. Otra técnica era el submarino, un proceso de ahogo simulado. No hay dudas de que el procedimiento era duro, pero expertos médicos aseguraron a la CIA que no provocaba daño duradero", dice.
Ante esto, Amnistía Internacional solicitó ayer a la administración Obama que abra una investigación sobre el ex presidente, por admitir que ordenó aplicar torturas.
Sobre los casos de torturas en la cárcel de Abu Ghraib, en Irak, Bush dice que "sentí repulsión, franca repulsión. Eso no era lo que nuestros militares ni nuestro país promovía".
Inicio de la guerra de Irak
Bush se refiere a la posibilidad de eliminar a Saddam Hussein antes de que empezara la guerra, bombardeando un complejo en las afueras de Bagdad, donde la inteligencia situaba al líder iraquí.
"Yo estaba escéptico (...). Mi máxima preocupación es que fuese una trampa de inteligencia. ¿Qué sucedería si no era Saddam el que se dirigía a Campos de Dora, sino un bus lleno de niños? Pero el pensamiento seguía siendo recurrente: matando al dictador podríamos ser capaces de terminar la guerra antes de que comenzara y salvar vidas", sostiene el ex mandatario.
"Justo después de expirar el límite de 48 horas, se inició el bombardeo (...) pero según pasaban los días, los reportes variaron. La operación había sido un presagio de lo que estaba por venir. Nuestra corazonada fue correcta. Los pilotos se comportaron valientemente, pero la inteligencia falló".
Hugo Chávez
"Lamentablemente, Hugo Chávez está arruinando su país. Se está convirtiendo en el Robert Mugabe de Sudamérica", afirma Bush, al comparar al mandatario venezolano con el controvertido presidente de Zimbabwe.
El ex líder de EE.UU. incluye a Chávez en el grupo de los "tiranos", en el capítulo de su autobiografía dedicado a la "promoción de la libertad".
Agrega que el jefe de Estado sudamericano es un "dictador antiestadounidense", con el cual Venezuela "se desvió de la democracia", al igual que Rusia y Egipto, entre otros.
Asimismo, recuerda que éste fue uno de los que lo ridiculizaron en sus dos mandatos.
"Me llamaron nazi, criminal de guerra y hasta el mismo Satán. Eso último vino de un líder extranjero, el presidente venezolano Hugo Chávez", recuerda sobre la famosa escena en la Asamblea General de Naciones Unidas en 2006.