Domingo 300308 - 15:08hrs.
Mi primer conocimiento de Bulgaria, fue a través de un libro escrito por una dirigente del partido comunista búlgaro, que en tiempos de la guerra usó el nombre clandestino de Sonia. En el libro escrito por ella, llamado: "Cumplimiento del Deber", relata toda una interesante época de la historia del partido comunista búlgaro y me impresionó en forma especial su relato.
Mi estadía de cuatro años en ese país me enseñó a apreciar a ese pueblo, su forma de vida y todo lo que han conseguido con el esfuerzo de su gente: hombres, mujeres, jóvenes, obreros, campesinos y soldados.
A) El hombre en el aeropuerto.
Viajé directamente a Bulgaria con una visa de la embajada búlgara en Estocolmo. El avión llegó cerca de las 10 de la noche y no me esperaba nadie. El aeropuerto era pequeño y todo el mundo se retiraba. Pensé que debería dormir allí y me preparé. Yo no hablaba búlgaro y los funcionarios del aeropuerto no entendían español, ni mis intenciones de expresarme en defectuoso inglés. De pronto vi un taxi que se detuvo en la puerta de entrada al aeropuerto desde donde bajó un hombre joven de cabellos claros, y casi sin pensar me dirigí a él para preguntarle, en español, si conocía a algún chileno. El me entendió y me contestó en italiano. Preguntó enseguida en su idioma a los funcionarios quién era yo, al parecer, pero ellos no supieron darle una respuesta. Entonces me dijo que fuera con él, y que iríamos a un lugar donde vivían chilenos. Al parecer era un albergue de estudiantes. Tomó mi equipaje y subí a su lado en el taxi. Cruzábamos una amplia carretera con luces anaranjadas. La noche era hermosa y cálida. La ciudad aunque dormía parecía estar llena de vida y acogedora.
Viajábamos a través de la ciudad. Me contó que su familia provenía de Italia y que habían llegado a Bulgaria hacía muchos años. Finalmente como a las tres de la madrugada encontramos a un chileno estudiante en un albergue. El tamnpoco sabía adonde yo iba, pero me dijo que al día siguiente podría acompañarme al Frente de la Patria, pero que esa noche no me podía quedar allí porque estaba prohibido, era un albergue sólo para hombres. El hombre búlgaro dijo que podía llevarme a un hotel o a su casa, lo cual aceptó el chileno porque él no podía acompañarme. La verdad, yo no tenía mucho dinero para ir a un hotel y no quería importunar a esas horas en su casa, pero no me dejó decidir y me llevó a su casa. Allí me dejó en compañía de su esposa y un bebé, pues él tenía que trabajar toda la noche. Allí dormí en la misma cama con su esposa, pues no había otra cama. No pude dormir esa noche en un país desconocido, con una mujer desconocida y un bebé. El llegó al amanecer para llevarme al Frente de la Patria. Se bañó y cambió de ropa y desayunamos juntos con su familia. Lo nuevo eran unos fideos dulces que yo nunca había probado. Me despedí de todos y nos dirigimos en taxi al Frente de la Patria, pasando antes a recoger al estudiante, quien nos acompañaría, pues debía traducir. En el Frente de la Patria nos recibió un funcionario que pagó el taxi y dio nuevas órdenes para que me llevaran al albergue donde residiría. Me despedí por segunda vez del estudiante, al cual nunca volvería a ver y ni siquiera se me ocurrió preguntarle que estudiaba. El hombre búlgaro del aeropuerto me dejó definitivamente en el albergue y al despedirse besó mi mano. No le volví a ver. (....).
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